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Al hablar de beneficios tributarios, lo cierto es que es imposible dejar fuera al Sueldo Empresarial, cuya legislación está vigente desde el 2020. Este se puede definir como una importante ficción tributaria en la que se estima el gasto de la remuneración proporcional que se le asigna al dueño de un negocio o empresa por trabajar en ella de manera efectiva.
Este beneficio está catalogado como un impuesto único de segunda categoría,
considerándose como rentas pertenecientes al artículo 42 de la Ley sobre Impuesto a la Renta. No obstante, tales remuneraciones catalogadas como “Sueldo Empresarial” no cuentan con ninguna incidencia en materias de normas laborales o de seguridad laboral.
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El trabajo efectivo en un negocio o empresa que debe realizar su propietario para cumplir con la legislación vigente es solo uno de los aspectos a considerar, ya que la remuneración debe ser proporcional a una retribución de mercado, tomando en cuenta:
De existir un incumplimiento de los requisitos para designar los pagos como gastos tributarios, las remuneraciones excesivas o completas se considerarán como gastos rechazados, afectos a los impuestos finales (Impuesto Global Complementario o Adicional) con un recargo del 10% que incidirá directamente en las retribuciones recibidas.
Ahora bien, debes saber que gracias a los cambios impuestos por la Ley 21.210, se eliminó el requisito obligatorio de efectuar cotizaciones sujetas a normas generales de carácter previsional para poder deducir el gasto.
Además de los cambios mencionados con anterioridad, la Ley 21.210 también fue capaz de eliminar la legislación para efectos previsionales que limitaba la deducción como gasto al máximo imponible. En tal sentido, ya no existe límite para su deducción, lo que implica que únicamente se debe procurar el cumplimiento de los requisitos antes detallados.
El Sueldo Empresarial es un beneficio tributario al que se le debe aplicar el Impuesto Único de Segunda Categoría, especializado en imponer remuneraciones de los trabajadores dependientes residentes en Chile que forman parte de una empresa.
Para su delimitación, es posible descontar las cotizaciones previsionales que el socio ha empleado de forma voluntaria, lo cual no restringe a un pago de las cotizaciones previsionales directo por parte de la empresa a través de los datos disponibles en la planilla de cotizantes independientes. En estricto rigor, no existe el deber de cotizar para el beneficiario de un sueldo empresarial.
Tal como las “gratificaciones” mencionadas en el artículo 42 del Código del Trabajo, los pagos realizados al socio que sean catalogados como remuneración se aceptarán como gastos para la empresa.
Ahora bien, y en el caso contrario, como ocurre con la “indemnización por los años de servicio” del artículo 163 y con las “vacaciones proporcionales” luego de caducar la relación contractual entre trabajador y empleador, se considerarán como gastos rechazados, supeditados a impuestos finales (Impuesto Global Complementario o Adicional) con un recargo del 10%.
Esto significa que hay que prestar especial atención a los pagos contenidos dentro del sueldo empresarial, pues las legislaciones actuales son claras al establecer los aspectos a considerar para poder acceder a remuneraciones completas.
La Dirección del Trabajo incorporó en el Libro de Remuneraciones Electrónico la obligación legal de informar el Sueldo Empresarial, normativa que empezó a funcionar desde enero de 2022. Este es fundamental para determinar la propuesta de la Declaración Jurada 1887 que es brindada por el Servicio de Impuestos Internos (SII).
Por supuesto, la mención del Sueldo Empresarial y el trabajo efectivo que deben cumplir los dueños de una empresa o negocio, no implica que exista una relación laboral de subordinación. Tampoco se deben materializar estas prestaciones a partir de un contrato de trabajo.
El Sueldo Empresarial es una forma ideal para garantizar una redistribución eficiente de los recursos líquidos que son creados por una empresa. En última instancia, estos se pueden gravar con una parte de impuestos corporativos y con otra de impuestos finales (cuyo contenido es una exención más grande en comparación a las rentas del capital). En definitiva, se trata de una estupenda herramienta para disminuir la utilidad de un negocio, admitiendo el costo del trabajo generado por los socios de sociedades de personas o empresarios.
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